En todo el cuerpo hay un líquido que se llama líquido sinovial. Este líquido ayuda a mover las articulaciones como debe ser y tiene una reserva especialmente importante en el oído. Este líquido, al oir cierto tipo de música, se desequilibra, generando la necesidad de mover el cuerpo de cierta y determinada manera. Este desequilibrio se produce de manera diferente en cada una de las personas, pero de ahí se podrían explicar esas ganas, a veces inevitables, de bailar.
Dato tomado de una entrevista a Arturo Rodríguez
Musicoterapéuta
lunes, 8 de septiembre de 2008
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