domingo, 28 de septiembre de 2008

Ideas tomadas de “El arte japonés zen y la distancia occidental” de Esteban Ierardo

El arte japonés zen manifiesta su concepción fundamental como una universal e indefinible fuerza creadora desde la que eclosiona el mundo y sus seres.

El zen es una empecinada rebelión contra la supuesta superioridad del orden lógico sobre la presencia y el fluir de las cosas. El zen es una recia gimnasia espiritual para la liberación de la tiranía de la lógica. En esta actitud vital del zen no es importante discernir lo correcto de lo indebido, lo verdadero de lo falso, el no del sí, la afirmación de la negación. La única afirmación legítima es una acción que trasciende las dudas o los opuestos. Es por esta razón que el budismo zen, en un sentido ortodoxo, no puede ser considerado como filosofía, teología ni religión. Es una estética; es la música de la percepción alerta.

Para el artista japonés es esencial una previa empatía o compenetración íntima con la vida que se anhela expresar. La distancia entre el artista y la realidad viva y en movimiento, debe ser anulada. En el arte zen, una pintura nunca surgirá de una copia o representación del modelo; el artista debe permitir que el modelo mismo se exprese. Y para esto, el pintor debe convertirse en lo expresado.

En una sola exhalación creadora surgirá una obra que emerge así no de la voluntad o la conciencia del artista, sino del pincel como directo instrumento o canal de la inconsciencia vacía. El pintor no pinta, la pintura acontece. La pintura es creada desde la espontaneidad de la inconsciencia. Esta emergencia de lo otro inconsciente es zen.

Como ya sabemos, John Cage, el máximo agitador cultural de la escena norteamericana, el pregonero de la música indeterminada, fue altamente influenciado por zen en la ampliación de la percepción sonora de sonidos audibles y no audibles, como el silencio, que aplicó en sus composiciones.

Con Cage se demuestra que la música ya no es sonoridad intencional, sino un torrente azaroso de sonidos. Todo sonido es así música. Y el silencio es alta musicalidad como lo testimonia 4' 33''.


Bibliografía:
Ierardo, E. (2008) “El arte japonés zen y la distancia occidental” , disponible en: http://www.temakel.com/ensayobzenartejapon.htm, recuperado: 27 de septiembre de 2008.

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